Devoré entre tus mundos ya sin credos,
desmigajando los geranios fui
a esconderte en tus ojos y tus miedos;
me templé con tu voz y me cosí.
Temo encontrar un mar con la sirena,
que perdida del sol le desmentí.
¿Te mate entre el silencio en mi gangrena
para olvidar el rostro, la canción
de una muerte esperándome serena?,
Ya las nubes del norte y su oración
eclipsarán mis labios de ribera,
se abrirán en murmullos sin pasión;
más soñar, escapando yo quisiera.
¿Qué guardará el polvo en su regazo,
de beldad que se viste de postrera?
Si ya el tiempo no tiene entre su lazo,
ni mi dolor, ni paz o una esperanza;
más cerrar el compás desde su abrazo
en la tierra que me hunde en alabanza.
¿Me cortará y tendrá la madreselva
un rubor al ser cómplice en mi danza?
¡Los océanos piérdanse en la selva
tez de un ocaso gélido, huidizo¡,
no hay sentencia sin vértigo que vuelva
a peinar calaveras sin un rizo.