al inicio del tiempo
adormece la locura del sueño en cada sorbo.
Ese árbol sin hojas
Ese árbol sin hojas
aún crece en medio del cuarto último
donde suceden los aullidos a la luna llena,
y la dificultad para respirara
semeja las pesadillas olvidadas
de la esposa, y la hija de mis sueños;
lleva muerta el rostro perfectamente calcinado,
congela con sus manos ardidas por el fuego
a los malditos que huyen del cielo condenado
al camino de las Bermudas.
Esa nostalgia suelta
Esa nostalgia suelta
carcome los blandos ojos necesitados
de las cenizas del cuerpo roído por las llamas
oculto bajo el manto blanco de la inocencia.
Esa noche,
Esa noche,
en esa noche,
en la primera media noche de total oscuridad
al inicio del tiempo
las más tétricas pesadillas celestiales
advirtieron con su silencio profano
al exhumación del resto del cuerpo calcinado
de la hija de mis sueños;
perfectamente muerta
regresa,
y regresa
por siempre
a mis siempre fieles pesadillas
desde la primera media noche
al inicio del los tiempos.