Existencia. Débil vida que llevo como ser. No sabría como definir lo que todos nombran "vivir". No he experimentado la diversión, ni socializado mis palabras, como tampoco logrado escribir prosas de hermosas melodías o escuchar las voces de aquellos seres distantes. Solo he podido deleitarme en un mar de preguntas absurdas que recorren mi mente. Ahora solo vago por los rumbos perdidos de aquellos días en los que aun vivo. He leído libros de tiempos ocultos y observado la hermosa luna relumbrar en la mirada
de aquellos seres que caminan sin la razón del ser; sin explicación; apurados, como si sus vidas fueran más cortas que una milésima de segundo.
Es inexplicable mi actuación, mis pensamientos, mis ideales, mi imaginación. Muchos dicen que soy autista, se equivocan, no hablo con la gente para estar en paz conmigo misma.
Aún así nunca dejaré perdida aquella frase que marcó mi personalidad: "Buscáis vuestro ser eterno en soledad turbia, encontrad aquel camino que lleva vuestra alma a aquella oculta verdad de siglos de mentiras encontrado en la integridad del olvido".
He integrado aquella frase en cada minuto de mi último respiro. Y desde el momento aquel, donde su ser quedo malgastado en tiempos muertos, observé cada forma como su última tonada. Así he de asimilar cada sujeto con su personalidad desgarrada en mil lagrimeos de transitados tormentos.
Pues, he ahí de recordar lo que antes nombraba: he de aprender de él, de su existencia, de su dolor.
Puedo responder a la pregunta que se han hecho ya, su nombre era Dramorgil Dagnir, tan furioso como la tormenta de Virginia y tan calmado como la tranquilidad de un ser recóndito entre las estrellas a media sombra.
Me he dado cuenta de lo que a muchos les ha de costar, no he hablado con distintos individuos hace varias épocas atrás, eso se debe a que al dialogar con los demás mi mente ha de vagar en sus misteriosas palabras y, pese a que yo sólo asumo mis ideas, sus ignorancias no puedo esquivar, eso crea un martirio en mis teorías y en mi inverosímil sospecha de que la sosegada y verdadera paz está en uno mismo.
Tras años, meses, semanas y días de indemne soledad, he ignorado cada susurro que perturbaba mi mente, recostada sobre herbaje bañado de rocío, horas y horas, hasta que el ocaso lo cubría todo. Entonces mis recuerdos me llevaban por todo el bosque, sin sentido del camino, ni remembranza alguna, hasta aquellas montañas que cubrían con su flora aquel pasado ilustre de mí ser.
Fue entonces aquella lejana alba, en la cual me encontré sentada al filo de una de sus trabajadas ventanas del neoclásico. El silencio absoluto lo cubría todo. Levanté la vista y observé con atención el bello panorama en mi horizonte, de pronto recordé con exactitud que en la mansión se encontraba un cuadro que igualaba la imagen atrapada como cenizas entre llamas. Ésa era la imagen más hermosa que pudo haber pintado con delicadas, hermosas y suaves manos.
Recuerdo también, que todas las noches escuchando su pulcra melodía, me suspendía junto al cuadro y lo admiraba con enorme devoción. Aquella obra superaba la realidad, saltaba del cuadro mismo y se mezclaba con la música danzando por todo el recinto durante horas, hasta que se ocultaba la luna. Pero aún no comprendo el significado del reflejo mismo de aquel arte en mi visión olvidada en ajadas páginas del color del tiempo.
De pronto todo se oscureció completamente, como un eclipse a mediodía, las aves hacia el norte retornaban, los animales bajo sus cuevas de barro se amontonaban, el arroyo, que recorría la montaña, corría mas rápido. La tormenta se avecinaba. Y yo no podía borrar la efigie de Dramorgil que se entrecruzaba en mi mente. Muchos recuerdos todos juntos, un zumbido en la lejanía y la tormenta comenzaba su maestría, chaparrones por aquí, rayos mas allá, una suave brisa terminó de soplar pero acompañado a su fuga el viento se presento. Y perdiendo la noción del tiempo, caí. El tiempo se lo llevaba todo y la paz reinó en mí como lujuria de mi indemne cuerpo, el cual se encuentra a distancias ilimitadas de mi ser. Ahora he de entender. No soy más que un alma caminando por los viejos tramos, recorriendo una y otra vez el pasado, componiendo paz en melodías de soledad. Busco el sol y encuentro estrellas, indago la luna y me encuentro con sus secretos.
¡Oh! Poesía de mi incólume desdicha ayúdame a encontrar mi camino... ¡Oh! Paz de las más lejanas prosas, tú que te adueñas de mi alma, socórreme con tu dulce lechetrezna... No me queda más en este mundo que la añoranza de haber vivido un caluroso invierno helado. Por favor vuelve a mí, ser de las más hermosas melodías, de las más trabajadas imágenes, necesito que hagas de mi corazón tu prisionero y así fusionarnos en uno solo formando un cuadro de paz junto a ti, del otro lado del inconsciente en los sueños de los bosques de Lorien, Dramorgil Dagnyr...
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